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Dossier Mein Kapital
 

MEIN KAPITAL es un proyecto colectivo que nace del contacto de diferentes escrituras y diferentes discursos de autores españoles que se unen en una práctica que no es ajena en Teatro del Astillero: la escritura colectiva o, mejor dicho, las escrituras colectivas.

   Y es que en los ensayos colectivos del Astillero, la textura de las escrituras nunca buscaron la construcción de obras basadas en una colección de episodios más o menos afortunados sobre un tema concreto, sino el cruce de diferentes discursos a partir de una reflexión estética y filosófica sobre cómo escribir un tema o cómo acercarse por medio de la escritura a ocupar un punto de vista óptimo sobre el objeto.

   Y es que las escrituras colectivas del Astillero parten de la base que todo texto es un encargo. Un encargo pensado no sólo como una orden que se acepta o un deber que hay que cumplir, sino también como un ejercicio de escritura. Escribir de la mejor manera posible, desde las propias escrituras de cada autor, es encargarse a sí mismo contar la misma historia de siempre como si nunca antes hubiera sido contada.

   Y el objeto de estudio de MEIN KAPITAL no era un tema o un tópico, sino otro texto: El capital de Karl Marx.

   Como en otras muchas ocasiones, pusimos en circulación un texto y ese texto dio lugar a otros muchos. Si el texto original es fecundo, dará lugar a otros muchos textos de los autores que abordan y aceptan este encargo. Ya lo hicimos antes con Freud y con Roland Barthes y los resultados fueron impresionantes, pues no en vano, tanto el alemán como el francés son dos de los mejores prosistas europeos del siglo XX.

   Y qué decir de la tragedia isabelina del creador del marxismo que fue El capital. Marx no sólo quiso hacer un compendio de sus ideas, sino también escribir una obra que literariamente fuera aceptada y degustada como una obra de arte, no sólo como una obra de pensamiento.

Tal fue así que el propio Sergei M. Eisenstein, el gran cineasta ruso, tuvo siempre como proyecto llevar a la pantalla la magna obra de Marx.

   Esa idea descabellada de Eisenstein siempre me atrajo, aunque no era nada nuevo en el cineasta, pues casi todos sus proyectos eran quimeras de las que una muy pequeña parte veía la luz, pero el proyecto de llevar al cine El capital era no sólo imposible, sino inabarcable. Imposible de pensar.

   Así pues, pusimos en marcha la maquinaria de abordar quimeras que no es otra que, en primer lugar, aceptar el encargo y, después, leernos y escucharnos los unos a los otros. No tan sólo hablamos sobre qué hacer con el proyecto, sino que lo más fructífero fue leer y escuchar las propuestas de cada uno de los integrantes del proyecto. Y, además, nos lanzamos a reflexionar sobre un concepto aparentemente anticuado y olvidado desde el punto de vista de la crítica que casi se había convertido en un tabú: El capital.

   Curiosamente, después de muchos años de crítica al capitalismo, éste entró, a partir de la postmodernidad, en la hornacina del santoral y pasó a ser tomado como un semidiós que no se podía criticar, analizar y, por supuesto, tampoco pensar. A partir de los años 80, no se podía realizar con el capital o el capitalismo ningún proceso materialista. Todo lo que se ha dicho sobre el capitalismo en los últimos veinte años ha estado más de lado de la imaginación que del materialismo, más cerca del espiritismo que del análisis concreto.

   Tras la caída del muro, las ideas se volatilizaron y las reglas del juego del capital fueron las únicas que prevalecieron. Reflexionar sobre esa autocastración de la sociedad y de los intelectuales, que se vieron en la obligación de callar, fue lo más interesante de este trabajo. ¿Por qué esa renuncia a hablar en contra del capital? ¿Por qué esa renuncia, siquiera, a analizarlo? Desde el punto de vista de la narración, retrocedimos a épocas anteriores a Dickens y, desde el punto de vista crítico, casi a la Edad Media. Quizás es que los intelectuales se vieron sobrepasados por el ciclón de la realidad y nunca se vieron con posibilidades de ofrecer propuestas teóricas mínimamente satisfactorias o críticas mínimamente verosímiles.

   Por eso quisimos abordar el texto de Marx y no la idea del comunismo. Quisimos abordar este espectáculo a partir de la fisicidad de El Capital que a partir de un agiornamiento de ciertas ideas políticas.

   Y luego vino la crisis. Hace dos años comenzamos a madurar este proyecto y tanto Tranvía Teatro como Tantarantana nos pusimos a buscar colaboradores para este tipo de trabajo tan sui géneris. A los cuatro autores del Astillero (Raúl Hernández Garrido, Inmaculada Alvear, Daniel Martos y yo mismo) se unieron otros cuatro autores también bregados en la escritura en taller: Albert Tola, Helena Tornero, Marta Buchaca y Francesc Cerro-Ferrán se unieron al proyecto cuando la crisis arreciaba. Por supuesto que, al poner en circulación el texto de Marx, poníamos también en circulación ideologías, oportunismos y críticas sobre la situación actual de crisis que sufre nuestro país, pero MEIN KAPITAL no es sólo una obra sobre la crisis, por lo que huimos de todo aditamento circunstancial o periodístico buscando, por el contrario, cuáles son las claves no sólo de la crisis sino, también, del declive de Occidente y del ocaso de las ideologías.

   Curiosamente Occidente sigue siendo un reclamo para todos los habitantes del planeta. ¿En qué consiste ese reclamo? ¿Qué es lo que llama tanto la atención a los inmigrantes que vienen a Occidente? ¿El Capital? ¿El trabajo? ¿La sociedad del bienestar?

Hemos pasado de la lucha de clases a que todas las empresas tengan un responsable de Relaciones Humanas. (RRHH) Un obrero especializado en selección, productividad y expulsión de la mano de obra de las empresas. Así pues, llegamos a la conclusión de que las relaciones de explotación son relaciones humanas, y que son relaciones de explotación todas las relaciones laborales.

   Así pues, ocho autores han trabajado sobre la herencia de la magna obra de Karl Marx y sobre el destino que ha tenido la humanidad tras la caída de los muros, las bombas, los aviones y las ideologías. Inmaculada Alvear, Marta Buchaca, Francesc Cerro Ferrán, Luis Miguel González Cruz, Raúl Hernández Garrido, Daniel Martos, Albert Tola y Helena Tornero han discutido y trabajado sobre estas memorias y herencias del hombre contemporáneo y lo han plasmado en una obra que hemos llamado MEIN KAPITAL.

   MEIN KAPITAL, lo queríamos así, contiene piezas de diferentes géneros como el drama, la comedia, la entrevista, la tragedia y el auto de fe, buscando ese cruce de texturas que trazaran una radiografía, convenientemente modernizada y transfigurada con las máscaras propias del siglo XXI, un siglo que vive con un pie en la memoria y otro pie en un viaje espacial a Marte.

   Pero no por eso MEIN KAPITAL es una obra marciana. Todo lo contrario. MEIN KAPITAL es una obra de hoy en día, aunque no por eso deja de ser marciana. MEIN KAPITAL  es un texto, eso sí, materialista.

   Y cuando ya estábamos a punto de ensayar la obra, vino el 15 M.

LUIS MIGUEL GONZÁLEZ CRUZ
Teatro del Astillero